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Sección mini-proust: hoy, Sebastián Bruzzese

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He aquí una flamante sección en Escrituras Indie: el cuestionario mini-proust. Con sus exhaustivas e indómitas preguntas, los invitamos a sumergirse en las profundidades más recónditas de la personalidad de figuras renombradísimas del ambiente artístico independiente. En el día de hoy, tenemos el gusto de presentarles a Seba Bruzzese, amigo de la casa. Que lo disfruten.

Autosemblanza:
Sebastián Bruzzese nació en Hurlingham, provincia de Nueva York, en marzo del 84.
Tiene cuatro libros publicados, tres en forma independiente y autogestiva, y uno por la editorial Nulu Bonsai.
Es, además, el único miembro de En el aura del Sauce, editorial e imprenta de publicaciones independientes.
[contacto, por si las moscas: http://enelauradelsauce.blogspot.com/]

El mini-proust propiamente dicho:


¿Cuál es el defecto propio que deplora más?
La inconstancia.

¿Cuál es el defecto que deplora más en otros?
La constancia.

¿Cuál es habitualmente su estado mental?
Soleado con vientos del sector noroeste y probables precipitaciones durante la tarde noche.

¿Cómo le gustaría morir?
Volando.

Si después de muerto debe volver a la Tierra, ¿convertido en qué persona o cosa usted regresaría?
En un gato.

¿Cuál es su mayor extravagancia?
No tengo, soy pobre.

¿En qué ocasiones miente?
Casi siempre.

¿Qué persona viva le inspira más desprecio?
Videla.

¿A qué persona viva admira?
Hoy: a Fabián Casas, mañana, quién sabe.

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
Una que no es perfecta.

¿Cuál es su mayor miedo?
No poder darle el suficiente lugar al silencio.

¿Cuál es la virtud más sobrevalorada socialmente?
La belleza.

¿Qué talento desearía tener?
Ser buen cantante, sobre todo: cantante carismático.

¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
En mi casa, este año.

¿Cuál es su posesión más atesorada?
Mi libro de cinco poetas de alemania, editorial Vox.

¿Cuál es para usted la manifestación más clara de la miseria?
La existencia de la palabra.

¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Hacer ediciones de libros jajaj.

¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en una mujer?
La dulzura.

¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en un hombre?
La dulzura.

¿Cuál es su héroe de ficción favorito?
Peter Griffin.

¿Qué escritores prefiere?
Los de acá, no esos no, los otros… sisi, esos ehhh ¿me repite la pregunta? Ahh, los que se comprometen con lo que hacen.

calorías

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Me quiero poner gordita de amor. Quiero que me crezca en la panza amor. Tener el pelo largo de amor y que a mi corpiño lo llene el amor

Y solo después hacerte alguna propuesta

Quizás cama, o cine.

HABLANDO DE SABORES

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hoy que nazco la vida tiene sabor a muerte.
Lloré tanto en el parto como en la partida,
y ese llanto sabía a vida cuando el cielo
llovía conmigo y el trueno gritaba fuerte.

Yo quise ser el tren que terminaba en la estación del verano, andar por el mundo con el corazón en la encrucijada de los ligamentos y perderme en el laberinto de las vanidades de los que saben el sabor del vino viejo y los besos jóvenes.

Hablando de vinos,
no voy a brindar por la salud ajena sino por el propio vicio,
voy a levantar la copa más alto que mi frente
y desearme un cuerpo caliente
para enredar mi brazos
y un abrazo frío para el resto de la gente.

Yo quise ser un abrazo por atrás para mi chica en la cocina, quise que la risa pose su gracia en mi boca y ella riendo pose mi boca en su gracia de mujer.
Yo sabía que de esa uva escurre el mejor vino y sabía que los besos más jóvenes escurren de las bocas más húmedas.

Hablando de bocas húmedas,
no voy a tragarme la locura como una sopa fría.
Aunque los besos sepan a sal y menta
como las lágrimas zafiras
que derramo en esta muerte lenta,
voy a seguir creyendo en mis mentoras mentiras.

Yo quise cantar en la banda sonora del placer, ser quien me place contar en mis letras. Yo quise crecer molesto como crece el orzuelo del subsuelo del cielo y hacerme sentir empujando para afuera en la panza de la partera de los muertos.

Hablando de la muerte,
hoy que muero, la muerte sabe a vid y a vida.
Recibí un beso tanto en el parto como en la partida,
y ese beso sabía a lágrima cuando la muerte
lloraba conmigo y la vida me deseaba suerte.

·

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no imagino una noche de ochenta años
ni un día de veintitrés

tal vez en un futuro extraño
deje de enredarme en destinos imbéciles
y me encierre en quimeras insulsamente pasajeras
figurando que nada me duele que nada siento que nada soy
solo una pieza de hielo que se pierde en cuartos oscuros

pidiendo a gritos que alguien la escuche
·

Foto

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1

Dejó volar la libido,
una respuesta así no matar mi alma.
Corazón que aprietas sangre y no revientas.
Mi libertad, es libertad en la ilusión.

Ilusión,

de dejar correr la sangre infectada por todo mi cuerpo;
la sangre de la paranoia de la libertad,
esa que es la condena de lo que aprieta y no revienta.

2

Espero una respuesta poética y,
recibo poesía que no se responde.

Y más aprieta.

3

Siento este final que recorre mi cuerpo,
hasta estallar adentro.

Y la sustancia tóxica invade el resto por dentro.

Salir,
Salir,
Salir,
Tiene que poder salir hacia afuera.

4

Siento:

un pequeño arañazo doble al costado de los ojos,
un espasmo de dolor en lo superior del rostro,
a las fisuras, las fisuras de este pequeño planeta tierra.

Me sostengo la cabeza con ambas manos y de ambos lados.
Me doy cuenta de que estoy todo abierto, mojado y deforme.

Intento componer el planeta con ambas manos y,
las grietas no cierran
se bifurcan por todo el cuerpo.

Más,
Más,
Mas. Y mayor desesperación. Salio afuera.
5

Ahora el tóxico recorre mi bello Adonis,
ya no se de donde sale, sin darme cuenta se abrieron mas grietas.
Y hay más fisuras que son eternas de un momento que no compone.

Bello.
Agrietado.
Contaminado.

6

Ahora estoy desnudo y parado frente al espejo.
Pintado de este líquido sufriente que sale de mi cuerpo.
Me detengo, paralizaré esta imagen.

ESTA ES LA FOTOGRAFIA QUE TE REGALO.

Agua Vertical, de Diana Albornoz

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No he venido a decir el martirio:
he partido para nombrar el viento

D. A.


Un anhelo que ha regido buena parte de los intentos de eso que solemos dar en llamar, con cierta vaguedad, “poesía moderna”, es el de hacer del poema algo que no sea “sólo palabras”. Muchos han creído -y algunos creen todavía- que para alcanzar ese objetivo basta, sencillamente, con construir el poema desentendiéndose con liviandad del lenguaje, dejándolo a su suerte, librado a un hipotético “fluir poético” gracias al cual surgiría, espontáneamente, una poesía que alcanzaría un “más allá”, un territorio hasta ese momento vedado al poema. No es, por fortuna, sobre esa posición facilista -y ya bastante anacrónica- que se asientan y resplandecen los versos que forman Agua Vertical (Tiempo Sur, 2008).

Meticulosos, delicados, los poemas de Diana alcanzan una concentración casi cegadora. Para conseguir un efecto único, pocas, muy pocas palabras le hacen falta: cada una ocupa en la sólida arquitectura de sus versos un lugar privilegiado y, a la vez, se subordina a la necesidad -expresiva más que significante- del poema. Es, justamente, ese difícil equilibrio lo que hace que el poema deje de ser “sólo palabras” y se transforme en otra cosa: un fulgor líquido que se condensa para hacerse filo contundente e inesperado; insospechado lugar donde hallar pequeños cantos que logren desatar del silencio/el hastío de los cuerpos.
La respiración minuciosa que sostiene cada verso le otorga al poemario una unidad que no tiene que ver con lo temático, sino con una actitud hacia el lenguaje y, por lo tanto, hacia el mundo. Diana es consciente de que el poema sólo puede ser escrito y vivido desde la precaria certeza/de poseer/un lenguaje de acechanzas; y desde esa constatación, su voz erige imágenes pequeñas e infinitas, tranquilas y ardientes, con una trabajada y compleja sencillez que deja la sensación de estar asistiendo al arduo -y misterioso, y frágil, y mágico- nacimiento de una lágrima o una flor. Y, sin embargo, -no a pesar, sino por su misma apuesta poética- es capaz de preguntarse ¿Cómo soltar una palabra/ante el vacío del exterminio?
Entrar en Agua Vertical es enfrentarse a una poeta que para decir(se) necesita obrar un lenguaje y un tono propios, que le permitan pronunciar aquello que le sucede en lo más hondo, que es, a un tiempo, contundente e inasible, y que por ello no puede ser dicho de cualquier manera: el “qué” precisa del “cómo” que le sea exacto e insustituible, haciendo así que la poesía sea posible; la poesía, es decir: la aparición de eso que no era antes de ser dicho por la voz única del poeta.
A la verbosidad informe que tantas veces pretenden vendernos como ”poesía moderna” (o posmoderna, o post-posmoderna), el silencioso trabajo poético de Diana Albornoz enfrenta, pues, unos pocos poemas de quien tiembla como un árbol de escarcha; de quien no es más que libélula, metal líquido/penumbra encapsulada que resplandece/y se sabe oscura. Poemas que son gotas de rocío titilando sobre pétalos de ceniza: mucho más que "sólo palabras".
[para contacto y otros menesteres con la autora: http://diana-albornoz.blogspot.com/]

LLUVIA

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La lluvia me esta sorprendiendo.
No espero volverte a ver con mis ojos empañados.
Dejaré que la garúa de esta noche empalme mi rostro,
recorriendo
mi agrietado cuerpo
terminando en el suelo empolvado del tiempo.

Corro hacia la ventana.
Observo como la garúa que salio de mis ojos se va,
se va. Se esta yendo por las calles de mi barrio y,
DESEMBOCARÁ.
Todo en una bocacalle de alguna cuidad que no conozco.

Ahí quedará depositado lo que fuimos.
Y ahí, estaré esperando.
Cuando la garúa no sea más garúa y sí sea lluvia.

Espero encontrarte en esa BOCA-CALLE profunda de desprecios,
Donde seremos líquidos de aguaceros.
LIQUIDOS,
que recorrieron infinitos adoquines de calles anónimas;
que se filtraron por avenidas superconcurridas de viajes;
que esquivaron las esquinas para encontrar una nueva aventura.

Hasta desembocar en el mismo pozo, donde ya no nos conocemos.

Somos sustancias combinadas arrasadas por la lluvia,
no nos podemos reconocer.

Pero sospecho solidamente que estamos fundidos en la misma unidad.

·

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esperé lo que no fue mientras intentaba olvidarme de olvidarte

divisé de lejos una luz encubridora

y tal vez deliré con que fueses vos

aunque supiera que nada podía ser más inverosímil
por que sos tu
única cómplice
detestable y manipuladora como nadie
solo dejás acercarse a tu sombra
como yo
pero en vos

((como vos))

somos dos corrientes de agua repugnante, colmada de impurezas

yo en mí
vos en vos

un poco más de lo mismo

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Damián Liviciche

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Voy a dejar que mis mentiras
me entreguen sus sorpresas
padeciéndolas
negándome a saber
dónde, los días buenos

desde la soledad
insuficiente en la sombra
soy el extra casual en la foto
la que guardo en la memoria

soy nombres
a veces, eutanasia
sangro, extraño
ya no soy el botón de la inocencia

pero queda una revancha
desperezándose en el tintero
de la duda
y de la cobardía.

ALBA

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Cien velas arrodilladas en el horizonte.

En la orilla del mar
guardo mi corazón en un tubo de ensayo,
con el único placer
de sentir la arena
colándose entre los dedos de mis pies.

El viento tiene los dientes congelados.

De repente siento unas ganas indecibles
de meter las manos por debajo de la remera de la luna.
No llegar tan alto me hace caer.
Voy recto,
como un tronco que abrió los brazos,
y cierra los ojos muy despacio
cayendo lentamente.

Las cien velas se incorporan para ver mejor.

Despierto.
Han hecho libre a mi corazón.
Lo han predido fuego
y quieren levantarlo del mar.

NUEVO POEMA DE AMOR VIEJO

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/jugando a inventar nuevas métricas/

Lo siento, querida,
mas soy dueño de una herida
que llevaré toda la vida
si es que no estoy al lado tuyo
y me llevás como comida
a tu boca, como murmullo,
como alcohólica bebida.

Se abrirán mis venas
con el filo de las penas
de la soledad, mi condena
de no tenerte y detenerme
el corazón con la cadena
de oración que merme
la pasión que me envenena.

Si es que así tampoco
logro decir poco a poco,
con este acento tan barroco,
las palabras que te den cuenta
de cuanto mucho me sofoco…
diamantes de menta
de amantes dementes, locos…

con mi alma, en venta

UNA VISITA INESPERADA II

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Es la noche mas extraña que tenga desde hace mucho tiempo. Me levanto de mi cama a escribir pensando en que puede ser la ultima vez que tenga algo que contar. Las letras se deslizan, corren o gritan como cuando bajamos con fuerza un cuchillo de cocina para fragmentar un buen pedazo de carne en la cocina. Comemos y el procedimiento termina. Las letras dejaran de correr.
Antes, estaba en mi cama; vestido todavía con la ropa del día porque no pensaba cambiar de muda al día siguiente. Había usado el inductor del sueño que me corresponde como hago todas las noches para no pensar o fabular al exceso; pero no estaba dando el resultado debido. No hay efecto, entonces intento relajarme y me levanto de la cama, descorro la cobija gruesa que cubre mi cuerpo y me levanto del todo.
La luz de la cocina que se ubica detrás de mi impregna el papel que tengo delante para permitir que el ambiente se ilumine vagamente; dando oportunidad para lapidar las palabras sobre el. La iluminación es muy débil y por eso tengo que acercar más y más mi cuerpo hacia el papel. Al costado se ubica la puerta que da al patio; la que tiene un vidrio semitransparente que deja ver la noche ventosa que empieza a asomar algo parecido a una tormenta indecisa. Las tiras de la cortina de plástico golpean la puerta haciéndome pensar que hay algo más afuera que esta provocando ese inmundo golpetear, esa tétrica eufonía.
Después de dejar la cama me dirigí directamente a prender el televisor. Un canal de cable estaba proyectando una de esas películas con contenido erótico o semipornografico; de esas a las que uno nunca les interesa el argumento (si es que parece que lo tiene), porque lo que a nosotros como visores nos interesa ver es el acto del apareo en si. Me había sentado y comenzado a mirar la película con tal objetivo. Me había comenzado a masturbar mirando esos dos cuerpo del deseo ardiendo delante mío sin cesar, siguiendo su movimiento. Eran cuerpos de la avidez que me invitaban a un juego uníoslo a mi mismo. Los mire dentro de ese televisor y un estrellazo colmo mi conciencia, recordando a alguien; a una persona que podía estar haciendo lo mismo que esos dos; pero sin mi. La sinapsis truncada de mis neuronas permite asociar (por una extraña razón, que tiene que ver con mi locura) al actor activo con el sujeto que perturba mi vigilia y que descansa en mis sueños diurnos. Ese es el cruce que en mi cabeza provoca un corte del tipo eléctrico y no permite el goce total de mi experiencia unipersonal. Igual doy fin al acto sin dejar de cavilar con que ese sujeto esta ahí y que esta actuando para que yo lo veo en mi televisor y a esa hora de la noche. La película es una basura; termino y limpio mi cuerpo sucio.
Ahora, puedo sentir con mayor intensidad el golpeteo de las tiras de la cortina sobre la puerta metálica. Pienso en muchos cuchillos bien largos colgados desde arriba de una superficie metálica y oxidadaza es mi puerta y sus cortinas. El ruido es lento por segundos. La luz cae sobre el papel y pienso en blanco. Sin querer, desvío la mirada hacia la ventana que se encuentra al diagonal a mi figura. Sin miedo distingo un perfil impreciso que se desliza hasta la puerta. Esa imagen me esta buscando, me viene a buscar. Solo percato dos sonidos: el de la aguja del reloj, la que marca el segundo; y los cuchillos. Entonces entiendo todo; me levanto dejando la luz y corro el pasador con cuidado. Despacio abro la puerta. Estoy delante de tu figura ahora no tan uniforme. Siento una afirmación con la que estamos de acuerdo. Yo se que vos sos mi verdugo. Te observo un instante y puedo percibir la mirada subterránea que esta cubierta por un largo velo de color negro.
Yo comprendo todo.
Y doy un paso hacia atrás. Comienzo de desvestirme con lentitud gustativa para que puedas disfrutar más y más. Dejo mi ropa a un costado, quedando completamente desnudo, despojado de todos los procedimientos que protegieron mi cuerpo. Me permito mirar el reloj; son las 01: 50 hs.
Me agacho y me acomodo en posición fetal justo en el suelo enfriado. Lo último que siento es un pausado aire frío sobre mi cuerpo. Mientras, espero que tu arma de cruel verdugo atraviese mi delicado cuerpo.

* * *

El reloj marco las 02:00 hs.

6 haikus

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I


hay un desierto
naciendo entre lunas
bajo mi lengua


a Artaud




II


en mí, cerca mío
en las aguas ocultas
alguien lloviendo




III


de sortilegios
siembra el alba tu voz
entre fulgores




IV


ella hablará
de lo desvanecido
en el viento




V


en la música
fulgura una grieta
al otro lado


a Lucas




VI


sobre las llamas
al borde del silencio
algo huérfano

[ extraído arbitrariamente de Luces y silencio, El Péndulo ediciones, 2007 ]

Cobertura de la presentación del disco Impecable de Adrián Bechelli

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“canciones que son ventanas hacia la unidad”
(Tao de los de los acordes, disco Impecable A.B.)


El domingo 6 de septiembre Adrián Bechelli presentó el disco “Impecable” junto a su banda La Tezcatl orquesta mística: Luciano Paez (vientos), Gonzalo Martinez Valea (percusión) y Natalia Forastiere (voces), en el centro cultural Pachamama.
La presentación fue más allá de lo convencional. La escena brilló por la música y la poética de Adrián Bechelli, un autor de “espíritu tan libre como creativo” (en palabras de Pablo Grinjot) y por sus invitados, que lograron crear climas únicos.

La tarde transcurrió entre canciones inéditas que parecían mantras de pulso lento, y otras como “Palabra y marcador” (incluida en el disco) que dio a la puesta en escena un latido alegre y efusivo, culminando la noche con muchos talentos en un mismo escenario: Adrián y la mística Tezcatl y los invitados de lujo; Juanito el cantor, Tomi Lebrero, Pablo Grinjot y Alvy Singer. “El recital tuvo un tiempo propio. Salió algo que es nuevo. Está bueno, la despreocupación que Adrián tiene lo lleva a un lugar único” (Tomi Lebrero).
La poesía no faltó en el evento, estuvo a cargo de la perfo poética: “Nunca & Fin” y de la participación estelar de El rey larva (“en esta tierra sólo quedan tus huesos y la poesía”, afirmó El rey).
Bechelli no dejó que su yo-poeta se sienta intimidado por su yo-músico así que recitó “La bici con corpiño” y “La histeria” (de Poemas para volver a mí) acompañado del piano arremolinado y lúdico de Grinjot.
Otra destacada de la noche fue Natalia Forastiere por su voz dulce y su imitación en el ya “casi clásico” “Lo Infinito”; la muchacha encantó. Junto a la voz punk-zen de Adrián hacen de la heterogeneidad un condimento propicio para una obra “lateral y contracultural”.


Los que ya habíamos escuchado el disco nos encontramos con canciones reversionadas y muchas otras inéditas, algo rarísimo, porque generalmente en las presentaciones se tocan los temas del disco o canciones clásicas del autor. Pero en este caso el músico se excuso diciendo “no puedo parar de componer”.
Escuchar la propuesta de Bechelli en vivo es diferente a lo que uno esperaría de un show, pasan otras cosas que tienen que ver con las sensaciones y con la forma de transitar en el “aquí y ahora”, premisa básica para disfrutar de la consigna conceptual de este disco, hay que dejarse fluir.
En el vivo de este proyecto “hay una deconstrucción de la canción, Adrián tiene una banda que por momentos parece desarticulada, desarmada. Eso es algo que me interesa, como tratar de no poner el ojo en que todo suene prolijo y entre comillas, “como tiene que sonar“. Un poco para que se luzca el texto, me parece que ahí él encuentra algo. La melodía se desarma, no tiene el tratamiento tradicional de acompañamiento de canción, hay un juego donde las armonías y las melodías se empiezan a desdibujar. En momentos deja de tocar la guitarra, queda la percusión sola, hay cosas que desarman el discurso musical. Me parece un desarme positivo.” (Alby Singer)
Los invitados participaron en varios temas: Juanito el cantor, productor artístico del disco cantó y tocó la guitarra en “Palabra y Marcador” y “Multitrack emocional” temas de Impecable donde él también participa con guitarra, charango y voz. Alby Singer interpreto junto a la Tezcatl “Desvistiéndote”. Lebrero participó con voz y bandoneón, como lo hizo en el disco, en los temas punks: “Peyote de Calabaza” y “Nena con chupetín”.


Adrián Bechelli pasó por el escenario-living del “Pacha”, dejando en el público una sensación de sorpresa, algunos la podrán digerir y otros no tanto, pero la mística, la energía y la poética de este disco es innegable. Sacaran ustedes sus propias conclusiones (www.myspace.com/adrianbechelli). Si es que esperan algo único, que los sorprenda, escuchen este disco “fresco y deshilachado” (según Tomi lebrero), y a la vez “impecable”.
Porque Impecable no es sólo un nombre pomposo ni siquiera un adjetivo pretencioso, hablamos de impecabilidad cuando hablamos de un disco que no pretende, sino que existe y vive a la manera Bechelli.
Impecable porque es fiel a su autor, no se desdibuja, es unidad vida-música: “impecable/puse todo en cada gesto/ aquí y ahora/ cantar amar respirar”.
Está cargado de misticismo, de amor a la vida, de pequeños mantras, canciones punkiacarameladas, que sobrevuelan dentro y fuera del disco. La melodía es el juguete con el que el autor deconstruye y compone la canción-realidad-melodía.
Los instrumentos están agrupados de manera poco convencional: didgeridoo, quenas, clarinete, guitarra, percusión, bandoneón y piano. Por un lado elementos esencialmente clásicos y por el otro: instrumentos autóctonos, hacen que el disco de una vuelta de tuerca más, produciendo un sonido excéntrico y simple.
La poética es tan importante como lo musical, van a la par. Y en esto podríamos extendernos, pero simplifico el asunto, para que la poética hable por la poética, en palabras de El rey larva: “lo que tiene la poesía de Bechelli es aroma, perfume, roce, candor y todo lo que le hace a la belleza de los seres. Lo que nos gusta.”
Charlando con Juanito el cantor, productor artístico de Impecable: “De un artista me gusta que sea un tipo genuino, que sea el mismo, me gusta eso, que los artistas saquen afuera lo que sienten. En Adrián lo veo porque es espontáneo, es una persona que lo lleva arraigado y lo vive con naturalidad.”
En las palabras de Juanito está la clave para entender la obra de Adrián. Bechelli: es genuino, tiene mucho para decir y a la vez es responsable de lo que dice y canta, porque en su poética y en su música encontramos la visión de alguien que ama al mundo que lo circunda. Confía tanto en el amor de una “punki lesbiana” como en “que la vida se confunda con poesía” porque sus canciones son “ventanas hacia la unidad”… Un mensaje realmente impecable para este mundo, a veces tan violento como caótico. Porque la paz, el amor y la contracultura pueden ser formas alternativas de existencia. El disco Impecable es una ventanita más, que mira hacia esa otra existencia posible.

Nadia Caramella

En la punta de la lengua, de Xoana Vélez

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Lamemos la puerta en vez de golpearla.
Con sangre de perros,
mi lengua trabaja sobre la madera.
Y quiere y canta y goza.

X. V.



Dicen que toda poesía está hecha de intimidad. Intimidad de quien la escribe. Intimidad de quien la lee. Intimidad del texto replegado en su sustancia indecible. Es un caso extremo y maravilloso de esas intimidades silenciosas y complementarias la poesía que Xoana Vélez reunió en su primer libro: En la punta de la lengua.
Los de Xoa son poemas que al recorrerlos nos hacen resonar siempre en un lugar diferente, inesperado, palpitante; su escritura no se conforma -como es tan habitual en estos tiempos- con disfrazar lo obvio de lo cotidiano con oropeles baratos, ni sorprender con ingeniosas banalidades o procacidades inútiles, sino que trabaja deteniendo en el lenguaje el fluir de la experiencia para transmutarla y mostrar sus aristas secretas, esas que todavía se conservan preciosamente afiladas y peligrosas. Poesía hecha toda de materia vital, donde ella va, transcurre, está como un líquido volcándose. Poesía que sopla como todo lo que es mundo; que intenta encontrar traductores para el hambre.

Es sorprendente la autonomía verbal de muchos de sus versos. No necesitamos referentes ni referencias: son las palabras las que hacen todo el trabajo para conseguir esa mínima vibración que cálidamente hace temblar la sangre. Así, antes de que nos demos cuenta, convocada por el flujo y reflujo de los ecos que los poemas provocan, recorre nuestras tripas una inasible mariposa musical.
Los poemas de este libro relumbran desde una delicada opacidad; nos dejan paladeando una incertidumbre que puja por volverse certeza. Su lengua se mueve con ritmos quebrados, alterados, pero de una estridencia siempre cuidadosa; el movimiento y la musicalidad -mismo su particular economía en el uso del lenguaje: ese tono coloquial tan suyo, frontal y al mismo tiempo evasivo- se acomodan para hacer que el poema diga y calle a la vez: una tensión entre lo que suena y lo que queda silencioso atraviesa los mejores momentos del poemario.
Creo que ahí germina gran parte de su magia: los dolores y las alegrías de Xoa no aparecen en los poemas para hacer una simple apología de lo “autobiográfico” (lo cual sería redundar en una insistencia superflua, ya que es muy sabido que toda poesía verdadera es autobiografía) sino que se expresan desde una Lengua que no puede llegar a nombrarte. Quiero decir: su poesía está hecha de lo que le sucede -sus frustraciones, sus amores, su cuerpo, sus sueños- pero supera lo meramente anecdótico: nos cuenta de los gritos y silencios, las dudas y certezas que la atraviesan cuando establece con el mundo y con los demás el diálogo secreto y único que caracteriza a todo poeta; por eso el otro está tan presente y se convierte de hecho en la condición que hace posibles muchos de los poemas: el otro está en el poema como urdiendo el silencio -el misterio- que sostiene su voz: estás, el tejido de mis palabras te supone, dice en unos de sus poemas más bellos.
Y así va Xoa: improvisando una forma / para tanta sustancia, haciendo que, como quería Pizarnik, el poema sea un “amado espacio de revelaciones”; un acercamiento ardiente y gozoso entre la lengua y la vida, donde todo queda así, ni tan sólido ni tan líquido. Nos ha dado poemas que no se dejan atrapar del todo, que se escurren, se retuercen, alumbran y se oscurecen, cantan y gozan; poemas que nos rozan como esa lengua que trabaja sobre la madera.
En la punta de la lengua (Colección Escrituras Indie, En el aura del sauce, 2009) es, pues, un libro que vale la pena degustar con tranquilidad (y con cuidado). El primero en el que esperemos sea una larga lista, me deja con la sensación de que, como Gamoneda, Xoa también entiende “todas las cosas como se comprende / un fruto con la boca, una luz con los ojos”.

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No cabe duda que la lluvia me conmueve,
como la noche,
como a esas lágrimas de polietileno.

No he encontrado poesía en los libros,
no he encontrado un significado
mas que la única forma podrida y corrupta
de poder darle forma
a lo que sólo existe
en ese mundo de delirio
unipersonal.

Saliendo a caminar bajo el tiempo (ese tiempo que no se gasta), tratando de querer encontrar una sola manera de pisar este mundo con la fuerza suficiente para despegar. Y volver, contar, mentir y exagerar ¡Y salir a la calle, diciéndole a Santi, queriéndole mostrar, señalando con el dedo para que observe, para que mire que belleza!; mirándo a Jime, haciéndole señas con los ojos, gestos con la cara, como para que me ayude a convencerlo (a convencerme), de que hay belleza fuera de este continente que nos rodea. Vistiéndonos de Dios para que sus pequeños ojos vean lo que le queremos mostrar. ¡Hay, si! Dios existe aún... para alguien...

No cabe duda de que estamos fritos, amigo.
No cabe duda de que caminamos bajo el mismo sol.
¡Y como quema! Hasta en las sombras...
Porque siempre hemos tenido delgada la piel.

Y aqui en la tormenta que nos conmueve de otra forma
encontrar de una vez la identidad,
tan solo por una noche poder caer en tus brazos,
para descansar sin temor a dormir y a despertar.